SOCRATES, EL PRIMER FILOSOFO


Sócrates da un impulso nuevo a la filosofía. Ante todo, porque es su vida entera la que va a dedicarse a la filosofía, con lo cual esta se convierte en una forma de vida, en la que se apoya y desde la que se dirige la propia existencia humana.

En segundo lugar, porque la filosofía no es en sus manos un presuntuoso saber ni una mera transmisión de verdades ya logradas, sino un permanente indagar en el que predomina el convencimiento de los propios límites intelectuales.

La ironía socrática puede considerarse como un recurso para triturar al adversario, pero es en el fondo el reconocimiento de la dificultad y de la autenticidad propia del filosofar. Cuando Sócrates emplea la mayéutica como ayuda para que cada cual encuentre sus propias ideas está reconociendo que todos los seres humanos pueden ir en busca de la verdad y, a la par, que la verdad solo nace desde dentro. La mayéutica representa, por tanto, el debido contrapeso a la ironía.

Finalmente, Sócrates introduce lo humano en la filosofía como interés principal y como lugar donde puede adquirirse un auténtico conocimiento. Ese es el sentido profundo del ‘conócete a ti mismo’, que ya andaba en boca de los atenienses, pero que Sócrates ha elevado a categoría y método filosófico.

Lo que hicieron Platón y Aristóteles fue continuar el camino que Sócrates había abierto. Sócrates les enseñó a reflexionar sobre las cosas usuales y próximas al ser humano con el fin de radicar la filosofía en algo que de verdad importe al hombre; les enseñó a reconquistar el saber racional perdido en nebulosidades; les abrió el camino el camino para que cada uno a su modo alcanzara una visión sistemática de la totalidad del universo.